ARQUIDIÓCESIS DE MEDELLÍN
PROYECTO DE PASTORAL SACERDOTAL
I. NATURALEZA Y MISIÓN DE LA PASTORAL SACERDOTAL
“Pastor y padre de todos” (Pastores Dabo Vobis PDV 65), el obispo lo es de manera especial para sus sacerdotes, a quienes considera, trata y acompaña como “hermanos y amigos” (Presbyterorum Ordinis PO 7), preocupándose por sus diferentes situaciones y ayudándoles “a crecer en y con el propio presbiterio unido al obispo… verdadera familia, cuyos vínculos no provienen de carne y sangre, sino de la gracia del orden: una gracia que asume y eleva las relaciones humanas, psicológicas, afectivas, amistosas y espirituales entre los sacerdotes; una gracia que se extiende, penetra, se revela y se concreta en las formas más variadas de ayuda mutua, no sólo espirituales sino también materiales…” (PDV 74).
Puesto que “toda vida es un camino incesante hacia la madurez, y esta exige la formación continua” (PDV 70), el obispo acompaña a sus sacerdotes en su camino de formación permanente e integral. Así les ayuda a “reavivar el carisma que Dios ha puesto en ellos” (2Tim 1,6), a poner “más empeño en ir confirmando el llamamiento y la elección” (2Pe 1,10), y los sostiene en “la fidelidad al ministerio sacerdotal” y en el “proceso de continua conversión” (PDV 70). Es misión del obispo “ayudar a sus sacerdotes, de todos los modos posibles, guiado por una caridad sincera e indefectible, para que aprecien la sublime vocación sacerdotal, la vivan con serenidad, la difundan en torno a ellos con gozo, desarrollen fielmente sus tareas y la defiendan con decisión” (Directorio parra el Ministerio Pastoral de los Obispos DMPO 75). La conferencia de Aparecida señala estos deberes del obispo respecto a sus presbíteros: “En virtud de la íntima fraternidad, que proviene del sacramento del Orden, tenemos el deber de cultivar de manera especial los vínculos que nos unen a nuestros presbíteros y diáconos” (DAp 187)… “Para todo el Pueblo de Dios, en especial para los presbíteros, buscamos ser padres, amigos y hermanos, siempre abiertos al diálogo”(DAp 188)
Para apoyar al obispo en esta labor, se ha creado la “Comisión para la Pastoral Sacerdotal” (Decreto No. 39/MPS/01 AGOSTO DE 2005), conformada por un equipo de sacerdotes nombrados por el obispo. Su misión es la de acompañar al presbiterio y a los diáconos permanentes en su proceso dinámico de conversión y renovación continua, fomentando la fraternidad sacramental de los presbíteros y propiciando su formación permanente, a fin de que vivan su servicio pastoral, como discípulos y apóstoles de Jesucristo, en la alegría y la expansión espiritual y humana.
II. OBJETIVO DE LA PASTORAL SACERDOTAL
La inspiración fundamental de la Pastoral Sacerdotal se encuentra en el misterio de Jesús Buen Pastor (cfr Jn 10, 10-18) quien, en su amor, acompaña y forma a sus apóstoles para enviarlos como testigos de su caridad en el mundo. A la luz de este misterio, los decretos conciliares Presbyterorum Ordinis y Christus Dominus (ChD), la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis y los Directorios para el ministerio pastoral de los obispos, de los presbíteros, y de los diáconos, expresan que la caridad pastoral es el fundamento y el objetivo central de la pastoral sacerdotal. Este objetivo se desarrolla cuando el obispo acompaña, en la amistad y la fraternidad, a sus presbíteros y diáconos, y labora en su formación continua. Viviendo así la caridad pastoral para con ellos, el obispo comunica y hace crecer en ellos dicha caridad. Siendo el objetivo, la caridad pastoral es a la vez la inspiración de las diferentes acciones de acompañamiento y de formación continua, llevadas a cabo por la Pastoral Sacerdotal.
“Pastores Dabo Vobis” (23) define la caridad pastoral como “el principio interior, la virtud que anima y guía la vida espiritual del presbítero en cuanto configurado con Cristo cabeza y pastor”, “la virtud con la que nosotros imitamos a Cristo en su entrega de sí mismo y en su servicio”; por consiguiente, la fuente de la caridad pastoral es el amor por Jesucristo (cfr Jn 21, 15-18): “solamente si ama y sirve a Cristo, cabeza y esposo, la caridad se hace fuente, criterio, medida, impulso del amor y del servicio del sacerdote…” (PO 14). El ministerio pastoral es “amoris officium ” hasta “dar la vida por la grey” en la medida en que dicho amor “fluya del sacrificio eucarístico…centro y raíz de toda la vida del presbítero” y en la medida en que “el alma sacerdotal se esfuerce en reproducir en sí misma lo que se hace en el ara sacrificial” ( PO 14). Hablando de la caridad pastoral del presbítero, “Aparecida” dice: “El presbítero, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades. La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal anima y unifica su vida y ministerio” (DAp 198)
Expresando la propia caridad pastoral hacia sus presbíteros, el obispo los acompaña, en la amistad y el diálogo, para ayudarles a crecer y madurar en su humanidad, en su fidelidad a la gracia y en su caridad pastoral. Como dice Pablo VI, “Si un obispo concentrase sus cuidados más asiduos, más inteligentes, más pacientes, más cordiales en formar y en asistir, en escuchar, en guiar, en instruir, en amonesta, en confortar a su clero, habría empleado bien su tiempo, su corazón y su actividad” (Medellín, Discurso inaugural de Pablo VI, p. 14). Se trata de un acto de comunión fraterna, que se origina en la comunión con el Señor y hace resplandecer el misterio de comunión de la Iglesia. En efecto, el acompañamiento fraterno del obispo a sus sacerdotes estrecha entre todos ese “vínculo de la perfección” que es la caridad y realiza el deseo vehemente del Señor: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21).
La comunión y fraternidad sacramental del obispo y los presbíteros es el fundamento y el primer signo de la caridad pastoral que ellos prodigan, en nombre y en representación del Buen Pastor, a la comunidad eclesial. Realizando este signo, obispo y presbíteros se sirven mutuamente, fortalecen su ser y su quehacer sacerdotal, viven la fraternidad sacramental y crean así la base sólida de la comunión eclesial y humana, de la que deben ser sujetos y servidores en su ministerio: “Hace falta hacerse hermanos de los hombres en el momento mismo que queremos ser sus pastores, padres y maestros. El clima del diálogo es la amistad. Más todavía, el servicio” (Pablo VI Ecclesiam suam citada en PDV 74).
A la luz de lo anterior, se puede describir la Pastoral Sacerdotal como un medio por el cual el Obispo, y con él, el presbiterio entero, amplía y potencia su acompañamiento a los sacerdotes, en todas las etapas, problemas y circunstancias de la vida y particularmente en los momentos críticos y difíciles que puedan presentarse, haciendo crecer en todos la caridad pastoral y el gozo de ser colaboradores de la misión del Señor al servicio de su pueblo.
III. PROPÓSITOS BÁSICOS DE LA PASTORAL SACERDOTAL
De acuerdo con lo anterior, como Equipo de Pastoral Sacerdotal, nos proponemos a nombre del Señor Arzobispo, delegados por él, a trabajar en nuestro presbiterio por:
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LA SANTIDAD
Acompañar a los hermanos sacerdotes en la búsqueda de ser auténticos y fieles discípulos del Señor “Corramos con constancia en la competición que se nos presenta, fijos los ojos en el pionero y consumador de nuestra fe” (Heb 12,2). La búsqueda de la santidad exige y conlleva la unidad de vida del presbítero.
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LA UNIDAD, LA COMUNIÓN Y LA FRATERNIDAD
A partir de la adhesión a la Persona de Jesucristo (“Permaneced en mí y yo en vosotros…quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto…” Jn 15, 4.5), buscar la unidad de todos los presbíteros en torno a su obispo, entre sí y con toda la Iglesia. “La falta de unidad representa un escándalo, un pecado y un atraso del cumplimiento del deseo de Cristo” dice Aparecida (DAp 227).
Crear las condiciones para que los sacerdotes se reconozcan y vivan como hermanos en Jesucristo. La unidad de vida en la existencia de cada presbítero posibilita la caridad y la fraternidad sacramental y lo hace instrumento eficaz de comunión.
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LA FORMACIÓN PERMANENTE
Generar espacios para que los presbíteros crezcan integralmente hasta alcanzar la madurez de Cristo Buen Pastor, en las distintas dimensiones de la formación, conforme a la exhortación de Juan Pablo II: “El obispo ha de tratar de comportarse siempre con sus sacerdotes como padre y hermano que los quiere, escucha, acoge, corrige, conforta, pide su colaboración y hace todo lo posible por su bienestar humano, espiritual, ministerial y económico”… “Es fundamental la formación permanente de los presbíteros, que para todos ellos es una vocación en la vocación, puesto que con la variedad y complementariedad de los aspectos que abarca tiende a ayudarles a ser y a actuar como sacerdotes al estilo de Jesús” (PG 47).
La formación permanente de los sacerdotes surge del don del Espíritu Santo en el sacramento del Orden, aunque “ciertamente no faltan también razones simplemente humanas que han de impulsar al sacerdote a ella” (PDV 70). El Santo Padre describe la formación permanente como medio para “reavivar el don de Dios recibido en la ordenación”, como signo de “fidelidad al ministerio”, “proceso de continua conversión”, “acto de amor al pueblo de Dios” (PDV 70). Ella es fruto y a la vez alimento de la caridad pastoral, que es su alma y su forma: “Alma y forma de la formación permanente del sacerdote es la caridad pastoral: el Espíritu Santo, que infunde la caridad pastoral, inicia y acompaña al sacerdote a conocer cada vez más profundamente el misterio de Cristo, insondable en su riqueza (cf Ef 3,14) y, consiguientemente, a conocer el misterio del sacerdocio cristiano. La misma caridad pastoral empuja al sacerdote a conocer cada vez más las esperanzas, necesidades, problemas, sensibilidad de los destinatarios de su ministerio, los cuales han de ser contemplados en sus situaciones personales concretas, familiares y sociales” (PDV 70).
Formación humana : Mirando a Jesús, “Hombre Verdadero”, y teniendo en cuenta aquello de que “para conocer al hombre, al hombre verdadero, al hombre integral, es necesario conocer a Dios” (Pablo VI, “El valor religioso del Concilio, Alocución del 7 de diciembre en la Basílica Vaticana, sesión pública con que se clausuró el Concilio ecuménico Vaticano II), la formación permanente ayuda al presbítero a vivir como hombre entre los hombres, creciendo y profundizando en humanidad, en su afectividad y sensibilidad humana, según el plan de Dios, para poder comprender a sus hermanos y compadecerse de ellos, al estilo del sumo sacerdote “compadecido de nuestras flaquezas…probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Heb 4,15) (PDV 72). Al estilo del Verbo que se hizo hombre y hermano, el presbítero vive su ministerio como “hermano entre hermanos” (PDV 74), con sensibilidad y cercanía, procurando ser, desde su propio modo de existir, “experto en humanidad”, como se llamó a sí mismo el Santo Padre Pablo VI (Alocución a los representantes de los estados en la ONU (N° 3) 4 de octubre de 1965) y testigo del “humanismo pleno” del Evangelio. La caridad de Cristo, su castidad, su pobreza, su amor de ágape, unifican el ser, el trabajo, las relaciones y la afectividad del presbítero, lo que requiere de una conversión y de una formación continua. “Amense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34; 15,17)
Formación espiritual: Mirando a Jesús, hombre poseído por el Espíritu y que da el Espíritu sin medida (cfr Jn 1,33; 7,39; 16,7), la formación permanente busca consolidar la configuración del sacerdote con Jesucristo cabeza y Pastor, para que personalmente, “mediante una comunión de vida y amor cada vez más rica, y una participación cada vez más amplia y radical de los sentimientos y actitudes de Jesucristo”, realice la “vida según el Espíritu” y el “radicalismo evangélico” (PDV 72) a los que está llamado.
“Uno de los primeros deberes del obispo diocesano es la atención espiritual a su presbiterio: el gesto del sacerdote que, el día de la ordenación presbiteral, pone sus manos en las manos del obispo prometiéndole ‘respeto y obediencia filial’, puede parecer a primera vista un gesto con sentido único. En realidad el gesto compromete a ambos: al sacerdote y al obispo. El joven presbítero decide encomendarse al obispo y, por su parte el obispo de compromete a custodiar esas manos” (PG 47).
En la renovación constante de su vida de oración y en la profundización permanente de la Palabra, el sacerdote se consolida como discípulo de Jesús y avanza hacia su plenitud como “hombre nuevo”, de modo que puede mostrar a sus hermanos, en su propia experiencia, una vida humana auténtica y realizada según el Espíritu de Dios. Ayudar a este crecimiento humano y espiritual es objetivo fundamental de la formación permanente. Acentuando el carácter central y prioritario de la formación espiritual en la vida pastoral, Benedicto XVI recuerda a los presbíteros: “Para cumplir su elevada tarea, el sacerdote debe tener una sólida estructura espiritual y vivir toda su vida animado por la fe, la esperanza y la caridad. Debe ser, como Jesús, un hombre que busque a través de la oración, el rostro y la voluntad de Dios, y que cuide también su preparación cultural e intelectual” (DI Aparecida, p 20).
Formación intelectual: Con la mirada fija en Jesús, “Sabiduría” del Padre y “Único Maestro”, los sacerdotes debemos fomentar el “estudio” y la “actualización cultural seria y comprometida”, especialmente “teológica”. La formación permanente fortalece aquel conocimiento profundo y existencial de Jesucristo que da autoridad y calidad al ministerio profético (PDV 72). Cuidar la “preparación cultural e intelectual” es un deber del pastor (cfr DI Aparecida p 20).
Formación pastoral: Fijando los ojos en el Buen Pastor, Modelo de los pastores, trabajar por que el sacerdote sea signo e instrumento eficaz del Buen Pastor por su caridad pastoral, es el objetivo fundamental de su formación permanente: “Así como toda la actividad del Señor ha sido fruto y signo de la caridad pastoral, de la misma manera debe ser también para la actividad ministerial del sacerdote. La caridad pastoral es un don y un deber, una gracia y una responsabilidad, a la que es preciso ser fieles…” (PDV 72). La caridad pastoral nace de la experiencia que el sacerdote hace del amor de Cristo por él y es su respuesta de amor a Jesucristo y a sus hermanos (cfr Jn 21, 15-19); movido por este amor, el presbítero “cuida del rebaño de Dios que tiene a su cargo, no por obligación sino de buena gana como Dios quiere”; tampoco por sacar dinero sino con entusiasmo, no tiranizando a los que les han confiado, sino haciéndose modelos del rebaño” (1Pe 5, 2-3) . Así, el sacerdote da “unidad interior” a su vida, evitando la dispersión, el activismo y la reducción de su ministerio a un simple “empleo”, a ser el funcionario de una organización. Es la caridad pastoral lo que hace del sacerdote un hombre pleno, servidor feliz del Evangelio y de la Iglesia, discípulo, apóstol y testigo de Aquel que es la Vida y fuente del gozo verdadero (cfr Jn 13,17; 16, 20.22
IV. NUESTRAS OPCIONES PREFERENCIALES
“La fraternidad presbiteral no excluye a nadie, pero puede y debe tener sus preferencias: las preferencias evangélicas reservadas a quienes tienen mayor necesidad de ayuda y aliento. Esta fraternidad ‘presta una atención especial a los presbíteros jóvenes, mantiene un diálogo cordial y fraterno con los de media edad y los mayores, y con los que, por razones diversas, pasan por dificultades. También a los sacerdotes que han abandonado esta forma de vida o que no la siguen no sólo no los abandona, sino que los acompaña aún con mayor solicitud fraterna’” (PDV 74)
Siguiendo a Jesús que acompaña a sus apóstoles en la amistad y el servicio, la “Pastoral sacerdotal” quiere brindar el acompañamiento que los presbíteros necesitan según sus diversas necesidades. “Los llamó para que estuvieran con El” (Mc 3, 14). “A ustedes los llamo amigos porque les he comunicado todo lo que he oído a mi Padre” (Jn 15, 15). “El afecto especial del obispo por sus sacerdotes se manifiesta como acompañamiento paternal y fraterno en las etapas fundamentales en su vida ministerial, comenzando ya en los primeros pasos de su ministerio pastoral” (PG 47)
Al estilo de Jesús preocupado por el bienestar de sus discípulos (“Vengan ustedes a un sitio tranquilo y descansen un poco” Mc 6,31), la “Pastoral sacerdotal” colabora con el Consejo Presbiteral, a quien compete esta responsabilidad, en buscar por los medios adecuados que todos los miembros de la familia presbiteral y diaconal tengan unas condiciones de vida digna.
V. PRINCIPIOS DE ACCIÓN
La naturaleza de nuestra misión nos lleva a realizar nuestra labor:
A NOMBRE DEL OBISPO Y CON EL OBISPO: Para que donde esté la pastoral sacerdotal, los presbíteros sientan su presencia paterna.
CON DISCRECIÓN: para que nuestra labor tenga la mayor credibilidad
EN EQUIPO: para que nuestra labor se irradie a todos
CON GRAN CREATIVIDAD: para dar respuesta a los desafíos que se nos plantean
DE MANERA PLANIFICADA: especialmente, haciendo una lectura permanente de la realidad de la familia presbiteral
UNIDOS A TODOS LOS QUE TRABAJAN POR LOS PRESBÍTEROS: para prestar un servicio integral
AL ESTILO DEL BUEN PASTOR Y SUMO SACERDOTE.
VI. PROGRAMAS DE LA PASTORAL SACERDOTAL EN EL 2008
Para cumplir nuestros propósitos, la pastoral sacerdotal desarrollará los siguientes programas pastorales. Para ello se establecerá para cada título un objetivo de lo que se pretende y las estrategias que se emplearán para alcanzar ese objetivo. Es fundamental establecer anualmente unas metas por alcanzar (con cifras) para que el trabajo del equipo sea cuantificable.
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LA SANTIDAD
Los retiros espirituales anuales:
Jornadas espirituales, por vicarías, en adviento, cuaresma y Pentecostés, haciendo resonancia a los ejercicios espirituales, abordando tres momentos: vivencial (mirada a la vida del pastor y de la comunidad), de reflexión (aporte intelectual) y de oración y lectio divina.
Estimular la dirección espiritual, por medio de una jornada en Pentecostés, haciendo memoria del Padre Toñito y de su aporte significativo a la dirección espiritual.
Proponer información y documentación sobre la espiritualidad del sacerdote diocesano en la página web de la arquidiócesis; insistir en la orientación de Pastores Dabo Vobis y de Aparecida respecto a la espiritualidad del sacerdote diocesano.
Gestación del Centro de Espiritualidad Sacerdotal.
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LA UNIDAD Y LA COMUNIÓN
Contacto permanente del equipo con el Arzobispo y los obispos auxiliares (al menos tres veces al año). Presentar el proyecto de Pastoral Sacerdotal al inicio del año al Arzobispo y al Consejo de Gobierno
Presencia significativa en el consejo presbiteral
Reunión con los vicarios foráneos: Enero 22, Abril 29 y Octubre 28.
Reunión con la curia pastoral
Contacto permanente con las casas de formación
Contacto permanente con los religiosos
Acompañamiento a los que están fuera de la diócesis
Acompañamiento a los que están aislados
Reuniones generales del clero
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LA FRATERNIDAD
Celebración de la Fiesta del Buen Pastor
Santa Misa Crismal
Celebración de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
Celebración de los modelos del sacerdote diocesano: Santo Cura de Ars, Beatos Marianito Eusse y Antonio Chevrier, Venerable Antonio Gómez
La celebración de la navidad sacerdotal
Fechas especiales de los presbíteros (aniversarios, cumpleaños, grados etc.)
Creación y acompañamiento de grupos sacerdotales naturales y asociaciones sacerdotales existentes en la arquidiócesis. Véase el punto .
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LA FORMACIÓN
La caridad pastoral, unificando armónicamente las distintas dimensiones de la vida del sacerdote (humano-afectiva, relacional, espiritual, intelectual y pastoral), garantiza su madurez personal y su realización existencial auténtica en el ejercicio del ministerio (PDV 72). Por esto, la Pastoral Sacerdotal propone acciones, servicios y actividades de formación que, aunque diversas, persiguen el mismo fin unificador de la caridad pastoral que nos humaniza y enriquece para el servicio pastoral.
Para la formación humana y comunitaria, véanse las actividades de Acompañamiento y las indicadas en pro de la unidad y de la fraternidad.
Para la formación espiritual véanse las actividades de Acompañamiento, así como las señaladas en pro de la santidad, de la formación humana, comunitaria, intelectual y pastoral.
Para la formación intelectual: Conferencias, cursos y talleres de formación teológica, bíblica, pastoral y sobre otros saberes afines y útiles para el ser y el quehacer sacerdotal. Esto será programado en asocio con la UPB y otras instituciones académicas de la ciudad.
Para la formación pastoral: véanse las actividades de acompañamiento y las de formación intelectual.
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EL ACOMPAÑAMIENTO
Visitas personales e intercambio fraterno, especialmente con los sacerdotes en condiciones difíciles, con los que se inician en la vida presbiteral, con los que se inician como párrocos, con los que comparten un quehacer particular común o dificultades particulares comunes.
Creación y acompañamiento de grupos sacerdotales naturales para cultivar la fraternidad y la formación en sus diferentes dimensiones.
Apoyo a los grupos y asociaciones sacerdotales ya existentes para el cultivo de la fraternidad y la formación.
Contacto y visitas a las comunidades religiosas cuyos presbíteros están insertos en el presbiterio. Fortalecer lazos de unión con religiosas y laicos que sirven a los sacerdotes.
Presencia en el Consejo Presbiteral, en las Vicarías Foráneas, y en las instancias de encuentros sacerdotales de la arquidiócesis, para estimular la fraternidad y la formación.
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EL BIENESTAR
Para ayudar al Consejo Presbiteral, a quien compete esta responsabilidad, la Pastoral Sacerdotal se propone:
Conocer las necesidades de los presbíteros
Servir de intermediarios entre los presbíteros y personas e instituciones concernientes.
Contacto permanente con todos las instituciones que buscan el bienestar sacerdotal (seguro eclesiástico, fondo común sacerdotal, fondo de parroquias pobres, cooperativa sacerdotal, el Masc)
Promover y ofrecer los servicios de la Casa Sacerdotal San Alberto Hurtado (La Fragua) a quienes los necesiten.
VII. LA REALIDAD PRESBITERAL
En el análisis de la realidad presbiteral tendremos en cuenta
NUESTRAS FORTALEZAS
NUESTRAS DEBILIDADES
NUESTRAS AMENAZAS
NUESTRAS OPORTUNIDADES
Este análisis queremos que sea:
- Permanente
- Profundo
- Con cifras concretas
- Absolutamente confidencial.
Siglas de los Documentos citados
DAp: Documento Conclusivo de Aparecida, Consejo Episcopal Latinoamericano, Paulinas, Bogotá, 2ª ed 2007, incluye el DI (Discurso inaugural de Benedicto XVI)
DMPO: Directorio para el Ministerio pastoral de los Obispos “Apostolorum Sucesores”, Congregación para los obispos, Librería editrice vaticana, 2004
D. MEDELLIN: Conclusiones, Discurso inaugural, Pablo VI, Ediciones Paulinas, Bogotá 1976
PDV: Pastores Dabo Vobis” Exhortación Apostólica postsinodal del Santo Padre Juan Pablo II sobre los presbíteros,
PG: “Pastores Gregis” Exhortación apostólica postsinodal del Santo Padre Juan Pablo II sobre el obispo servidor del Evangelio para la esperanza del mundo, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2003
PO: “Prebyterorum Ordinis” Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros, Concilio Vaticano II, Biblioteca de Autores Católicos, Madrid, 1966
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